5 Recomendaciones para tu viaje misionero de corto plazo
Un vistazo a la preparación
Por Adai Boche
Apuntarte para un viaje de misiones de corto plazo es una de las decisiones más emocionantes y desafiantes que puedes tomar. Entre tantas emociones es fácil perder de vista algunos puntos importantes. Por ello, te dejo a continuación, cinco recomendaciones prácticas que, desde mi experiencia, harán que tu estancia y adaptación al campo misionero sean más sencillas.
1. Prepárate
Hoy en día es muy común que las agencias misioneras, iglesias y ministerios ofrezcan cursos de capacitación relacionados con la vida misionera y el trabajo en campo, pero si por alguna razón no cuentas con este respaldo, puedes buscar ministerios y organizaciones interdenominacionales que ofrezcan entrenamientos y talleres que te puedan facilitar el proceso de adaptación.
Cuando te hablo de preparación no sólo me refiero a cuestiones básicas como el idioma (en caso de que vayas a trabajar con grupos que no hablen español), sino a que busques entrenamiento en cuestiones interculturales, manejo de conflicto, manejo del duelo, estrés cultural y autocuidado.
Tomarte el tiempo para buscar guía durante los meses anteriores a tu viaje te equipará para sentirte más seguro al llegar a tu lugar de destino.
2. Haz las preguntas adecuadas
En los meses siguientes al haber decidido unirte a una misión de corto plazo, lo más seguro es que tendrás reuniones con todas las partes involucradas y es posible que los nervios y la emoción hagan que pases por alto detalles importantes. No importa si viajas solo o en equipo, preocúpate por preguntar sobre cuestiones determinantes de tu viaje. Algunos de los temas que deberías considerar son:
● Presupuesto: Considera con cuánto dispones y qué está contemplado dentro de esa cifra (vuelos o transporte, renta, alimentación, retiros, apoyo a la comunidad, material de trabajo, seguro médico y de viajero, visas, etc.). Toma en cuenta que los presupuestos casi siempre son aproximados y que en muchas ocasiones, tendrás que ajustar tus gastos durante tu estancia.
● Estancia: Toma en cuenta desde los trámites antes de salir como los necesarios entrando al país al que te diriges: visados, vivienda, manutención, transporte dentro de la ciudad o comunidad que visites.
● Expectativas y trabajo en campo: Asegúrate de cuáles serán las tareas específicas que se realizarán durante la misión y cómo estarás involucrado en cada una de ellas, cuáles son las expectativas del ministerio al unirte a la misión y cuál es tu relación con el ministerio y agencia misionera (en caso de que sean dos organizaciones diferentes).
● Preparación: Pregúntate qué tipo de preparación específica necesitas, qué normas de seguridad o advertencias deberías tener en cuenta en lo físico (vacunas, medicamentos, vestimenta adecuada, etc.) espirituales (en especial si viajas a países cerrados al evangelio) y cibernéticas (aplicaciones de seguridad, celular de respaldo, etc). Pregunta si es necesario conocer alguna cuestión cultural o del uso del lenguaje (además del idioma) que tienes que considerar.
● Regreso: Todo acerca del tipo de proceso que se debe seguir al volver de tu viaje.
3. Construye una red de apoyo sólida en tu lugar de origen
Si bien, tal como su nombre lo dice, las misiones de corto plazo no son largas, en ocasiones pueden mantenerte alejado de tu realidad por un periodo considerable, por lo que es necesario que durante tu preparación dediques tiempo a crear una red de apoyo sólida.
La mayoría de las veces esta red se va formando de la mano junto con el equipo de socios ministeriales o apoyadores financieros, sin embargo, recomiendo que te tomes el tiempo de seleccionar a un grupo de personas cercanas a quienes puedas recurrir en momentos de duda, tristeza o desesperación.
Por otro lado, también resulta importante que dentro de este grupo cercano encuentres a alguien a quien puedas rendirle cuentas durante tu estancia; esto te ayudará a mantener tus hábitos espirituales, notar tu avance en cuanto a la adaptación al nuevo entorno y te dará un acompañamiento emocional y espiritual constante.
Muchas iglesias y agencias misioneras cuentan con expertos en cuidado integral y consejería quienes se mantienen al pendiente de los obreros, sin embargo si no cuentas con este tipo de apoyo, existen ministerios enfocados a la consejería, coaching y cuidado de salud mental y espiritual de misioneros.
4. Empaca adecuadamente
Pareciera irrelevante el tema del equipaje, pero sé por experiencia que lo que decidas llevar en tu maleta puede traerte confort y seguridad en tu viaje o puede ser todo lo contrario. Como mencioné en el punto tres, es importante que hagas preguntas, en especial si viajas por primera vez a un lugar que no se parece a donde vives.
Saber sobre las características culturales, sociales y físicas del entorno al que viajarás te dará mayor claridad sobre qué llevar y qué dejar. Preparar tu equipaje con antelación, priorizando la comodidad y funcionalidad hará que el traslado, estancia y regreso sean mucho más sencillos.
No subestimes lo mucho que tu equipaje puede influir en tu viaje e incluso en tu estado de ánimo.
5. Invierte en tu relación personal con Dios
¡Cultívate! Unirte a una misión no es una decisión sencilla y tus desafíos iniciarán muchos meses antes de partir y en algunos casos seguirán aún al regresar. No esperes a encontrarte en crisis para aumentar la calidad de tus tiempos con Dios. Invierte en tu crecimiento espiritual, lee la Biblia, experimenta con la práctica de nuevas disciplinas espirituales y busca distintas formas de conectar con tu Creador.
No viajes esperando que la misión por sí sola te convierta en una persona «más espiritual», los buenos o malos hábitos que cultives desde tu hogar se intensificarán estando lejos de tu espacio, gente y cultura.
Si bien estas recomendaciones no contemplan todas las circunstancias con las que podrías enfrentarte, me gustaría animarte con este versículo: «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas,y él te mostrará cuál camino tomar» (Proverbios 3:5-6 NTV).
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