Misioneros compartiendo la vida con familias musulmanas
Foto por Andrea Hernández
¿Cómo lo están haciendo?
Editado por Milamex Ediciones
Cuando conocemos a alguna persona o familia que deja su lugar de origen para irse a vivir a otro país con otra cultura, creencias, tradiciones, leyes e idioma para hacer su vida ahí y dar a conocer su fe en Jesucristo, nos parece asombroso, valiente y un gran llamado. Puede ser que nos comprometamos a orar por ellos e incluso a apoyarlos económicamente para que su llamado prospere.
Tal vez estemos informados sobre qué ministerio están haciendo, pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado cómo lo están haciendo? Es decir, sabemos que están en ese país con el propósito de proclamar las Buenas Nuevas del Señor Jesús, no obstante, ¿de qué manera transmiten su fe en el día a día?
Unos amigos misioneros nos cuentan estas cuatro historias sobre cómo comparten la vida y la fe, de manera casual pero intencional, en especial a familias musulmanas. Comunicar su fe en Jesús en países o con grupos que están cerrados al Evangelio, requiere de mucha paciencia y presencia, de relaciones y mucha oración.
Vayamos al corazón de su labor y cómo siempre parten de un amor genuino, amistades auténticas y encuentros presenciales con comidas, salidas y celebraciones:
Sobre ingeniería, el pecado y la reconstrucción de Cristo
Una de las familias musulmanas de Irán vino a nuestro departamento a cenar. Tuvimos un lindo tiempo juntos y durante la cena, Dios dirigió la conversación con nuestro amigo (ingeniero civil que está estudiando una segunda maestría) para preguntarle de qué manera se puede apuntalar o reforzar un edificio que está por desplomarse debido a un fuerte terremoto.
Él respondió de inmediato diciendo que en esos casos no hay nada qué hacer más que demoler y volver a construir. Usamos esto para compararlo con el ser humano, quien siempre busca maneras de apuntalar y reparar su vida sin saber que un día, ésta va a desplomarse por causa de su pecado.
Pero a la vez, es ahí donde Dios quiere intervenir y hacer algo completamente nuevo en nosotros al recibir a Cristo en nuestro corazón. Sólo así, naciendo de nuevo, adquiriendo una nueva identidad en Cristo y aplicando en nuestras vidas la palabra de Dios, es como podremos soportar todo tipo de situaciones y momentos difíciles.
Nuestro amigo respondió a esto con una profunda y hermosa pregunta: «¿Y por dónde comienzo?». Así que tuvimos la oportunidad de profundizar un poco más y de regalarle una Biblia en farsi (persa), su idioma natal. Él ha comenzado a leer el Evangelio de Mateo, y por iniciativa propia ha descargado una aplicación en su celular para tener la Biblia en audio. Que el Señor siga haciendo la obra en esta familia.
Presentando a un amigo especial
Conocemos a otro iraní musulmán que tiene un doctorado en Ingeniería Química y varios libros publicados. Su manera de pensar es muy lógica y siempre está en búsqueda de evidencias científicas; sin embargo, hay apertura en su corazón. Hemos convivido bastante con él y su familia y cada vez que nos reunimos, hablamos acerca de Dios, y la mayoría de las veces ha sido propiciado por ellos.
Un día tuvimos una larga plática acompañada de interrogantes sobre la posibilidad de hallar varios caminos para llegar a Dios. Les comentamos que si hubiera varios caminos que nos llevan a Dios, ¿por qué se contradicen unos a otros? Después, preguntamos: «Si nuestros amigos nos quisieran presentar a un muy buen amigo suyo, ¿estarían dispuestos a conocerlo?». Respondieron que por supuesto. «De la misma manera, nosotros quisiéramos presentarles a un amigo muy especial que puede convertirse también en su mejor amigo». La reacción de ellos fue de asombro, y aceptaron la invitación.
Un par de semanas después vinieron a casa para hablar sobre Jesús, e iniciamos con algunas referencias de lo que se dijo de Él antes de su nacimiento. Ese día les regalamos una Biblia en farsi, por lo que los pasajes que elegimos, los leyeron tanto en su idioma natal, como en inglés.
Estuvieron muy atentos e interesados, pero al leer que el Mesías sería llamado «…Dios Fuerte, Padre Eterno…» y que «su reinado sería para siempre» (Isaías 9:6-7), y las profecías acerca de su muerte sacrificial y resurrección, comenzaron los cuestionamientos sobre la veracidad de los textos y cómo comprobar si el autor no había añadido un «para siempre».
Para nosotros fue bueno ver que hubo una reacción a nivel espiritual, ya que nos demostró que estaban siendo confrontados. Nuestro amigo nos pidió evidencia para saber si se puede confiar en estos textos. Mientras, estamos en espera de otra reunión para darles algunas respuestas y compartirles más acerca de la vida de Jesús.
Encuentros de sanidad
Hace más de un año conocimos a una familia musulmana paquistaní en la fiesta de cumpleaños de otros amigos de trasfondo hindú. En días recientes los volvimos a acompañar para festejar otro cumpleaños, y de nuevo estuvo la familia de Paquistán.
En esta ocasión, el esposo estaba en muletas, con poca movilidad y con mucho dolor en su espalda. Debido a una negligencia médica, una infección que tuvo en su espalda le ha dañado seis vértebras, y ya no puede trabajar ni caminar bien.
Esto propició que le dijéramos que Jesús tiene poder para sanarlo, así que, si me lo permitía, podía ir a su casa para orar por él. Al siguiente día, los visitamos para platicar con el matrimonio. Fue un tiempo lindo para abrir la Biblia y leerles la historia de los cuatro amigos que llevaron al paralítico delante de Jesús.
Este encuentro permitió que a la siguiente semana desayunáramos con ellos y les obsequiáramos un Nuevo Testamento en urdu (su lengua natal), y orar por ellos.
La realidad del islam y el impacto del cristianismo
Dios nos dio el privilegio de reunirnos, por separado, con dos familias musulmanas de Irán. Después de estar en contacto con ellos y ayudarles en su adaptación a Inglaterra, ambas familias nos invitaron a cenar a sus casas como una muestra de agradecimiento.
En dichos encuentros escuchamos sobre la terrible situación que se está viviendo en su país, debido al gobierno islámico tan radical que quiere controlarlos en todo. Esto ha provocado en ellos una gran desilusión en cuanto a su trasfondo religioso. Escuchamos comentarios interesantes argumentando que éste no es parte del plan de Dios para sus vidas.
Damos gracias al Señor porque están viendo que en el islam no está la respuesta que buscan, y también porque con ambas familias pudimos hablar del propósito de Dios en Cristo.
Uno de esos días, esta mujer nos contó que estaba decepcionada de su religión (el islam) y de todo el trasfondo ideológico y social que éste implica. Llegó a mencionar que cree que el cristianismo es una mejor opción. Esto dio pie a que mi esposa le compartiera algo sobre el plan de Dios para su vida como mujer y madre.
Al escuchar algunas verdades y principios bíblicos, sus ojos se llenaron de lágrimas y preguntó de qué forma podía saber o conocer más sobre eso. Por tal motivo, mi esposa le hizo saber que estaba en toda la disposición a reunirse con ella de manera periódica para enseñarle sobre la vida que Jesús le quiere ofrecer.
Son muchos los obstáculos que la detienen para volverse a reunir pues debe ser muy prudente y cuidadosa, porque la comunidad musulmana es muy controladora y toman represalias contra una persona cuando empieza a vincularse con cristianos.
En este tiempo de espera, confiamos en que Dios pueda producir un gran cambio. Sabemos que el Espíritu Santo es quien hace la obra, quien se está revelando a las naciones y quien tiene el poder para transformar vidas.
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