Conecta los puntos
Seguro alguna vez nos dieron una hoja de papel con muchos puntos numerados
Por Naomi Campos Laux
Todos los días vamos recorriendo un camino. Conforme avanzamos, pasamos por diferentes etapas y se va trazando una idea de cuál es nuestro propósito en el mundo y la razón por la que fuimos creados. Para algunos, esto puede parecer un acertijo difícil de resolver.
El proceso para descubrir nuestro llamado se me figura al pasatiempo «Conecta los puntos». Seguro alguna vez nos dieron una hoja de papel con muchos puntos numerados. Estos, en conjunto, representaban una imagen escondida; una sorpresa que invitaba a ser revelada.
Para encontrar la figura era necesario comenzar en el punto 1, trazar una línea hacia el 2, luego al 3 y así sucesivamente hasta terminarlo. Al conectar el último número se podía apreciar por completo la obra del artista.
En el descubrimiento de nuestro propósito, el punto de partida es aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.
El camino continúa y nos presenta diferentes puntos: etapas, decisiones y experiencias en las cuales conocemos más a Dios. Afirmamos nuestra identidad como sus hijos y aprendemos a vivir como miembros de su Reino. En las temporadas difíciles Dios nos lleva a depender más de él y moldea nuestro carácter.
En distintos momentos, Dios nos revela partes de esa «imagen final», adquirimos habilidades generales y específicas, así como experiencia. El objetivo de nuestro llamado no solo es «hacer» una tarea o cumplir con un rol. Es «ser» un mensaje de vida para otros, esa parte del cuerpo de Cristo que solo tú o yo podemos ser.
Emprender este camino conlleva descubrir lo que Dios ha puesto en nosotros, ser conscientes de cómo fuimos diseñados. Requiere una vida intencional en la cual vayamos uniendo los puntos.
También es un proceso de conocer y entender quién es el Padre, aquel que en su soberanía y amor eterno planeó la senda y nos diseñó para ir por ella. Él sabe quiénes somos y en quiénes podemos convertirnos. Como decía San Agustín: «Concédeme conocerme a mí mismo y conocerte a ti, Señor Jesús».
Así que, como en el pasatiempo de «conectar los puntos», apenas recibimos la hoja podemos tratar de adivinar de qué figura se trata, pero solo cuando conectemos los puntos contemplaremos la imagen con todos sus detalles.
Conocer íntimamente a Dios está ligado a descubrir nuestro verdadero yo, y esto a su vez, a discernir el propósito que tiene para nosotros. ¡Unamos los puntos!
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