Dios es personal, no personalizado
Nos agrada tener algo que sea exclusivo de nuestros gustos y que se adapte a nuestros deseos
Por Cesia Carrillo Clemente.
Es una gran estrategia de venta en plataformas digitales (de películas, series, música y más), que nos dirijan a personalizarlas. Nos agrada tener algo que sea exclusivo, de nuestro gusto y que se adapte a nuestros deseos. Las listas personalizadas cambian según el contexto, la moda, el estado de ánimo o las circunstancias.
Es curioso que las plataformas nos den esta idea de personalización, pero en realidad no nos pertenecen. En ocasiones tampoco podemos compartirlas libremente, a menos que sea a alguien que también tenga una cuenta en dicha plataforma; y en cuanto no paguemos la suscripción no tendremos acceso a lo que creíamos nuestro.
¡Qué tremendo cuando esta idea la queremos aplicar a nuestra relación con Dios, y queremos hacerlo a nuestra manera! Sin embargo, Él es el mismo, ayer, hoy y por los siglos; no cambia. No es un Dios que se personalice de acuerdo con gustos y deseos. No se adapta a nosotros.
De hecho su voluntad es que dejemos de «ser sólo nosotros» para «ser más Él» y que Él tome el control, como dijo Juan el Bautista: «Él debe tener cada vez más importancia y yo, menos. Él vino de lo alto y es superior a cualquier otro. Nosotros somos de la tierra y hablamos de cosas terrenales, pero él vino del cielo y es superior a todo» (Juan 3:30-31 NTV).
Es muy profundo y de suma alegría saber que Dios no se personaliza, Dios más bien quiere ser personal.
Confieso que he llegado a personalizar a Dios. Digo: «Esto sí me gusta, pero eso otro que me pide, se me complica», «esto me conviene, pero cuando confronta mi pecado, mejor yo tomo el control».
Podemos llegar a discriminar lo que queremos de Dios, según las emociones, según el deseo o el contexto. Y lo que no queremos, simplemente lo ignoramos. Pero Dios está en cada momento y circunstancia, y podríamos aprovechar esas emociones y anhelos para buscarlo.
Dios se acercó a nosotros a través de Cristo, despojándose de todo. Comprende cada situación que vivimos. Pasó por tentaciones sin caer en ellas. No podemos ofrecerle nada a cambio de su gran amor, pero sí tenemos el acceso a estar con Él, a escucharlo y buscarlo en todo. El acceso a Él es gratuito e ilimitado. Él es tan personal que podemos platicarle, vivir en Él, conocerlo y parecernos más a Él.
De eso se trata tener una relación personal con el Señor Jesús, de no estar en otro lugar más que en Él, siguiéndolo porque Él es el camino, conociéndolo sin reservas, porque Él es la verdad. Dejando nuestra pasada manera de vivir, adoptando una mente nueva, porque Él es la vida.
De esta manera se hace personal. No que nosotros le amamos primero, sino que Él nos amó primero. No lo elegimos nosotros antes para moldearlo a nuestra manera, sino que nos creó y se acercó a nosotros, vive entre nosotros. Vimos Su gloria, murió y resucitó, y se compadece de nosotros.
Entonces, Dios es personal, no personalizado. Vivamos esa enorme gracia y oportunidad que ninguna plataforma nos dará jamás.
¿Qué es mejor: salir a la oficina todos los días o trabajar desde casa?