Espera y Esperanza
¿De qué tipo eres tú?
Por Jessy Ibarbalz
Allí está “Espera” con la preocupación de siempre. Para ella los días son siempre nublados y el sol nunca aparece. “Espera” es quejosa e impaciente, parece que no se conforma con nada, que nada la convence. Tiene el ceño fruncido de forma permanente.
“Espera” no puede mirar al futuro, le teme al presente y no disfruta la vida porque siempre tiene algo pendiente. Pobre “Espera”, ¿no tiene amigos, alguien que la acompañe, que la aconseje? Todos buscan evadirla, no quieren permanecer cerca, se han cansado de sus reclamos y están hartos de sus quejas.
“Espera” viste de gris oscuro, ya que prevé recibir malas noticias que traerán luto. Muchos no la entienden y se preguntan: ¿por qué aguarda lo malo? ¿Por qué anticipa lo peor? “Espera” le ha abierto la puerta al temor que fácilmente anida en su inestable corazón.
Allí está “Esperanza”, noble y radiante. Para ella todos los días traen algo bueno, con nubes o con sol, se muestra segura y sin preocupación. “Esperanza” es paciente, no camina apurada, avanza confiada. Ella viste elegante, su color es el verde que le cae bien a su semblante.
"Esperanza” mira al futuro con ilusión, está llena de fe y de convicción. Su rostro irradia paz y su sonrisa es permanente. Ella vive agradecida y sabe disfrutar de la bendición de un nuevo día. Para “Esperanza” es fácil hacer nuevos amigos, todos la buscan y la quieren. Cuando habla trae calma, sus palabras tienen la virtud de ponerle a todos otros lentes. Al mirar con ellos la gente se llena de optimismo y entusiasmo. Todo se torna diferente.
Allí está “Espera” y frente a ella “Esperanza”. “Espera" baja el rostro, ya no tiene fuerzas, se siente débil y agotada. “Esperanza” va a su encuentro y la abraza muy fuerte. El saludo es tan intenso que los lentes de “Esperanza” caen en el rostro de “Espera”.
“Espera” toma distancia y se mira, comprueba que su ropa es gris plata y los rayos del sol la hacen ver tornasolada. Levanta la vista y observa lo que la rodea. Una sonrisa se dibuja en su rostro, ya no hay angustia ni tampoco tristeza. Ahora caminan juntas, ya no van por separado, “Espera” se ha aferrado al brazo de “Esperanza” de quién jamás debería haberse soltado.
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